HUESCA | CAMINO IVARS

La directora de Laboratorios Citogen, Isabel Navarro, protagonizaba este lunes la charla ‘Restos biológicos en la escena del crimen determinantes para la resolución de un caso’ en Huesca.

¿Alguna vez se ha preguntado cómo se saca el ADN de una colilla, un vaso de café o del volante de un coche? Sin duda, son imágenes cotidianas que conocemos a través del cine y series sobre crímenes, muy de moda en estos últimos años, pero que distan mucho del trabajo real que se lleva a cabo en los laboratorios.

Este lunes, 18 de enero, la directora de Laboratorios Citogen, Isabel Navarro, protagonizaba la charla ‘Restos biológicos en la escena del crimen determinantes para la resolución de un caso’ en el Centro Cultural Manuel Benito Moliner de Huesca, en la que ante un animado público que no ha dudado en intervenir y plantear todo tipo de dudas, ha adentrado a los asistentes en el desconocido mundo de la genética forense a través de algunos casos reales.

“Todo comienza con la fase de inspección ocular, recogemos muestras de la escena del crimen que puedan darnos un perfil genético que para nosotros es como un carnet de identidad del individuo al que tenemos que identificar”, admite Navarro. Sin embargo, poco se puede hacer con esta información si no existe con qué compararlo. En estos casos se utiliza una base de datos con perfiles de delincuentes. Mientras en España hay registrados casi 400.000 muestras indubitadas -es decir, que se conoce a quien pertenecen- y cerca de 110.000 dubitadas -de las cuales se desconoce su procedencia-; en Estados Unidos, líder cuentan con más de 15.000.000 de perfiles en su base.

“Por eso es importante ir viendo qué personas podrían haber estado en la escena, e ir comprobando”, advierte. Un arduo proceso de comparación de perfiles que requiere de un minucioso trabajo de investigación y gracias al cual, en ocasiones se resuelven casos que jamás habrían llegado a esclarecerse de otra manera.

Como explica la experta, es prácticamente imposible abandonar la escena de un crimen sin dejar una señal de tu paso por ese espacio: “Todas las partes de nuestro cuerpo contienen ADN. Una uña, una pestaña, una secreción… un simple estornudo podría cambiarlo todo”, reconoce. Y es que, para sacar un perfil genético, bastaría con un nanogramo de AND para lograr la identificación del individuo.

Las claves del ADN

“Para ello se recurre a la recolección de todo tipo de enseres personales, desde colillas, zapatos, interiores de vehículos… en muchas ocasiones el AND nos ha llevado a descubrir lo que había pasado y, al final, gracias a él acabamos encontrando lo que estábamos buscando”, destaca. A modo de ejemplo, Navarro relata el caso del asesinato de una anciana a manos de su sobrino. En este caso, fue el ADN el que lo situó en el lugar y momento adecuados.

“El crimen perfecto no existe, lo que puede darse es el error humano”, admite. Sin embargo, si se lleva a cabo una buena conservación de las pruebas, éstas pueden dar resultados incluso 20 o 30 años después, como ocurrió en el segundo caso que puso de ejemplo: “En el caso de Samuel Little, considerado uno de los mayores asesinos en serie de Estados Unidos que acabó con la vida de entre 60 y 90 mujeres, sirvió para atribuirle víctimas cuyos casos no se habían cerrado”, explica.

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