ZARAGOZA | CAMINO IVARS

La polifacética directora de cine Mabel Lozano, reconocida por su lucha contra la trata de mujeres compartía con un nutrido grupo de estudiantes de la Universidad San Jorge su pasión por el oficio de contar historias.

Lunes, 10 de febrero, un numeroso grupo de estudiantes de comunicación y periodismo hacía su llegada al Auditorio de la Facultad de Comunicación de la Universidad San Jorge de Zaragoza. Allí, la directora de cine y documentalista Mabel Lozano, reconocida por su lucha contra la trata de mujeres, ha llevado a cabo un interesante recorrido por su carrera cinematográfica como una de las últimas citas enmarcadas en la VII edición del Festival Aragón Negro. Durante el inicio del acto estuvo acompañada por Jorge Miguel Rodríguez, director del Grado en Periodismo de la USJ y Alejandro Bolea, director de Comunicación y Producción del FAN.

“En mi pueblo, Villaluenga de la Sagra, un pueblecito de Toledo de apenas 2.000 habitantes, no había ni instituto pero sí puticlub”, relata Lozano, que asegura que desde muy joven sitió la llamada de la gran ciudad –en este caso de Madrid- como su destino predilecto: “Con el tiempo descubrí que mi destino no era un lugar sino la historia de Irina, una superviviente de trata”.

Hoy, esta activista recuerda como cuando grabó su primer documental sobre trata en el año 2005 nadie quiso hablar del tema: ‘Voces, contra la trata de mujeres’. “Por aquel entonces ningún periódico español hablaba de este tema, sin embargo había cientos de anuncios en las páginas de contactos”, critica la cineasta. Tras contar la historia de Irina, una joven de 19 años que llegó a España engañada por su novio quien la vendió a una mafia por 3.000 euros, Lozano ha explicado a una atenta audiencia el funcionamiento de ‘la diaria’ o sistema de plaza, un impuesto de alrededor de unos 70 euros al día por emplearse en el club.

“Así estas jóvenes llegan a un país en el que no conocen ni siquiera el idioma contrayendo una gran deuda y sometidas a todo tipo de coacciones”, explica. Lozano también ha hecho hincapié en la importancia del uso del lenguaje y de la palabra para no contribuir a la estigmatización y la revictimizacion de este colectivo vulnerable y tradicionalmente castigado: “En estos casos, el lenguaje siempre estigmatiza a las mujeres”.

Sin duda, otro de los hechos que ha marcado su vida ha sido la ausencia de referentes de mujeres cineastas a lo largo de su vida, no porque no existieran sino porque nadie las había mencionado nunca. “Si con 14 años hubiera sabido de su existencia habría decidido antes lo que quería hacer en mi vida”, reivindica.

Al mismo tiempo, Lozano recordaba a los futuros comunicadores y periodistas la responsabilidad que ostentan aquellos que pretenden dedicarse a contar historias de otras vidas: “El cine ha resultado ser una de las herramientas de transformación social más potentes que hay en el mundo”. Y, sobre todo, es importante evitar hacer “pornografía del sufrimiento ajeno”, en su opinión, otro de los mayores errores que se producen en el ámbito periodístico: “Con vuestro trabajo tenéis que ganaros la vida, pero también tratar de mejorar el mundo”.

En sus propias palabras, hoy, y tras una larga trayectoria marcada por impactantes trabajos audiovisuales como la campaña realizada para la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAN), titulado ‘Exit’, el cortometraje ‘Escúchame’ o el documental ‘Chicas nuevas 24 horas’, una coproducción entre Argentina, Colombia, Paraguay, Perú y España que fue candidata al Goya; actualmente su día a día se basa en “vestir de derechos a mujeres y niñas desnudas de éstos”.

Uno de sus últimos trabajos supuso uno de sus grandes retos como cineasta, la película documentalEl Proxeneta. Paso corto, mala leche’ (2018) y que se basa en un libro escrito por la propia Lozano en el que se adentra en la verdadera historia del negocio de la prostitución. “Cuando ya pensaba que lo había contado todo llegó este hombre a mi vida, un proxeneta que había captado, trasladado y coaccionado a más de 1.700 mujeres y que tan solo había pasado tres años en la cárcel. El proxenetismo sale muy barato en España”, reivindica.

En un país como Espala, primer país en consumo de trata de Europa y tercero en el mundo, en su opinión se hace más que necesaria una reforma legislativa que permita la abolición –que no prohibición- de la prostitución ya que, a día de hoy, no existe una ley integral contra la trata. “La prohibición estigmatiza y castiga a la mujer que es la verdadera víctima, cuando lo que necesitan son herramientas para volver a ser reinsertadas en la sociedad”, concluye.

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