El verdadero centro de una historia criminal es siempre la víctima. Como lectores, cultivadores y difusores del género negro, los abajo firmantes reivindicamos el papel central que corresponde en nuestra sociedad a las mujeres que todavía hoy, entre nosotros, sufren demasiado a menudo violencia por su condición de tales. Mujeres de todas las edades, incluidas ancianas y niñas, de cuya integridad y dignidad disponen sin derecho ni conciencia hombres de todas las edades también.
Reclamamos el protagonismo para ellas y, con él, la protección que merecen por ser la parte más débil de un conflicto, ya sea de índole personal o familiar o derivado de una injusticia social o colectiva, y siempre, en último término, víctimas de la desigualdad entre sexos de la que la violencia contra las mujeres es la más cruel expresión. Hablamos de las mujeres que sufren violencia a manos de sus parejas o ex parejas, 57 de ellas muertas en 2015; pero también de las que por culpa de esa desigualdad, social y de sexo, y de la desidia de quienes deberían protegerlas, se ven expuestas a la trata, la explotación y todas las formas insoportables de violencia a ellas asociadas, de cuyas muertes ni siquiera se lleva la cuenta, por no haber una reacción institucional proporcionada a la gravedad del crimen.
Proclamamos la necesidad de una protección efectiva, que no se quede en normas, formulismos o declaraciones bienintencionadas; que no supla con alardes legales la insuficiencia de medios policiales, materiales o de asistencia, cuando no faltan policías, ni recursos, para atender necesidades menos perentorias.
Por alguna razón casual, o quizá no lo sea tanto, todos los que esto firmamos somos hombres. No arremetemos contra nuestro propio sexo, no participamos de ninguna generalización andrófoba ni pedimos un encarnizamiento contra nosotros mismos. Sólo reclamamos amparo eficaz para ellas, y que cese la vergüenza que para todos representan los hombres que no han aprendido a respetarlas, a los que señalamos, hoy y siempre, con nuestro rechazo más firme y profundo.
Illescas, 13 de enero de 2016