UTEBO | RAMÓN RUIPÉREZ

Una interesantísima charla sobre mujeres y arte que se ha desarrollado en el Centro Cultural Mariano Mesonada ha sido el acto que ha servido como epílogo de la programación utebera de la V Edición del Festival Aragón Negro, en la que, a lo largo de 15 días, nuestra localidad se ha llenado de actividades culturales y gastronómicas de diversa índole y que ha contado con una excepcional respuesta por parte de los vecinos. En el caso de esta charla, impartida por Teresa Serra, trabajadora de la Filmoteca de Zaragoza desde casi sus orígenes, han sido cerca de treinta los uteberos que se han acercado hasta el centro cultural para escuchar su excepcional relato.

Ha sido una charla interesantísima apoyada por audiovisuales en la que Serra ha planteado una cuestión para la que, tristemente, no existe ninguna respuesta que pueda justificarla: ¿Por qué la historia, sistemáticamente, ha obviado el papel de la mujer en la cultura? Y es que Serra tiene toda la razón cuando, al arrancar su ponencia, ha exhortado al público a pensar en voz alta nombres de compositoras clásicas, de pintoras clásicas, de escritoras clásicas, de científicas clásicas. Que las hubo, por supuesto que sí, pero que no trascendieron. Que fueron obviadas, sepultadas por la predominancia del género masculino y por una historia eminentemente masculinizada en la que, además, siempre se ha dado la paradoja que, ya desde la Grecia y la Roma Clásicas, la inspiración del arte tenía forma… de mujer. Concretamente las nueves musas.

De este modo, y con esta premisa como punto de partida, Serra ha tratado de dar voz a un colectivo, el de las mujeres, consuetudinariamente silenciado. Así, su exposición ha arrancado en la Prehistoria, en el arte rupestre, y ha planteado una cuestión sumamente lógica: ¿por qué siempre se ha asociado la pintura rupestre con el hombre? Al hilo de esto, Serra ha dado un dato tan demoledor como desconocido: el 75% de las manos (en el arte prehistórico el pintado de manos era un motivo muy recurrente) plasmadas en las paredes de las cuevas en lo que actualmente es Francia y España se corresponde a manos femeninas. O lo que es lo mismo, que la pintura de dichas manos fue llevada a cabo por mujeres; con lo que, tirando del hilo, no es difícil imaginar que los motivos de caza pintados pudiesen ser también obra de mujeres, asunto del que no hay constancia ni evidencia científica que lo avale… pero tampoco la hay de que dichas pinturas fuesen llevadas a cabo por hombres, como tantas veces se ha representado a lo largo de la historia, hasta el punto de pertenecer a nuestro ideario común.

Desde la Prehistoria y hasta nuestros días, Serra ha puesto el foco en diversas mujeres, auténticas avanzadas a su tiempo, artistas totales, que o bien vivieron en un segundo plano o bien tuvieron que medrar mucho para lograr reconocimiento, o incluso a pesar de haberlo obtenido en el tiempo en el que les tocó vivir fueron luego, apenas unos años más tarde de su fallecimiento, injustamente olvidadas por la historia. Así, Serra ha hablado de Anaxandra, de Claricia, de las mujeres autoras de los beatos, de la formidable (y desconocidísima) Hildegard von Bingen, de Sofonisba de Anguissola, de Clara Peeters, de Luisa Vidal, de Iris Lázaro, de Isabel Guerra… y de tantas y tantas mujeres cuya aportación a la historia, a su acervo cultural, ha sido determinante, pero que jamás fueron consideradas al mismo nivel que sus colegas masculinos.

Por último, Serra ha terminado con la presentación de una mujer formidable y un, verdadero ejemplo del eslogan que ha vertebrado esta edición de Aragón Negro: «Mujeres que crean, mujeres que luchan. Por la integración». Se trata de Lita Cabellut, una mujer de etnia gitana hija de una prostituta y que vivió en la calle hasta que fue adoptada por una familia de Barcelona que le dio una educación y le picó en el gusanillo del arte.

Así, cuando con 13 años visitó el museo de El Prado, en Madrid, Cabellut sufrió una especie de revelación y supo que el arte sería su vida. Hoy es la pintora española más cotizada del mundo, y el segundo pintor (en general, englobando ambos géneros, masculino y femenino) español más cotizado del mundo. Cabellut, enamorada de la pintura de Goya, sorprende por sus retratos de grandes dimensiones llenos de realismo y de fuerza visual y vive a caballo de grandes ciudades donde expone con gran éxito. En definitiva, una mujer que, como ejemplo de integración y de lucha, ha sido un inmejorable ejemplo para poner punto y final a la programación de esta quinta edición de Aragón Negro en nuestra localidad.

 

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