UTEBO | RAMÓN RUIPÉREZ

La programación utebera del Festival Aragón Negro ha tocado a su fin esta tarde con un encuentro con el autor gallego Domingo Villar (Vigo, 1971), un evento que ha contado con una notable afluencia de público que no ha querido perder la oportunidad de conocer a este escritor que cuenta en su haber con tres novelas (Ojos de agua, La playa de los ahogados y El último barco), todas ellas best seller dentro del ámbito del género noir y una de ellas, La playa de los ahogados, llevada al cine con la dirección de Gerardo Herrero y protagonizada por los actores Carmelo Gómez, Antonio Garrido, Carlos Blanco y Marta Larralde.

Sin duda, no se podía haber elegido un broche de oro mejor para cerrar la programación utebera del FAN, y es que el autor se ha metido enseguida al público en el bolsillo gracias a su cercanía y su discurso ameno y prolijo en datos, curiosidades, anécdotas y detalles. A lo largo del encuentro, Villar, residente en Madrid desde 1989, ha explicado que sus novelas están ambientadas en Galicia porque, en esencia, son viajes a su origen, a su tierra; es su manera de canalizar la morriña, eso que el escritor Álvaro Cunqueiro definiera como “la niebla del alma”.

En sus novelas, ha explicado, le interesa más entender a la gente, cómo afecta a sus emociones un suceso, cómo les cambia, y relatarlo, que quedarse única y exclusivamente en el suceso y su resolución. Y es que, como ha detallado, “los dos pilares sobre los que se asienta cualquier novela son la voz narrativa y la emoción; y de ellos, la emoción es el más importante para mí porque a mí me gusta transmitir, emocionar, y creo sinceramente que soy capaz de escribir mejor cuanto más alto está mi estado emocional”. “Mis novelas -ha continuado explicando- no son rápidas ni vertiginosas. No suceden las cosas a toda prisa. Son, más bien, como el oleaje del mar, algo lento, cadencioso, inexorable. Lugares donde se aglutinan sueños, deseos, anhelos y miedos. Lugares donde, a diferencia del cine, que se centra en lo que se hace y lo que se dice, lo realmente importante es lo que pasa por dentro, lo que piensan los personajes, su estado anímico, su manera de afrontar las cosas”.

Preguntado por la construcción de sus novelas, y de sus personajes, Villar ha dejado una formidable selección de anécdotas que ha encantado al público presente. Así, el autor vigués ha explicado que Leo Caldas, el inspector de Policía que protagoniza las tres novelas y que está encargado de la resolución de los casos que en ellas se plantean, es, de entrada, “un tipo al que he ido poco a poco conociendo”, al que ha ido construyendo novela a novela sin tener un dibujo de personalidad preconcebido. Así, Caldas, al igual que el propio Villar, ha trabajado en la radio, es un tipo fumador (“yo dejé de fumar en 2000 – ha explicado Villar, divertido- y Caldas se fuma todos los cigarros que yo me he dejado de fumar porque soy un ex fumador activo”), es gallego y su padre, al igual que el del propio autor, es bodeguero.

Al respecto de este último detalle, el del oficio de bodeguero de Villar, el autor ha dejado una bonita reflexión literaria: “Mi padre era bodeguero, y desde muy pequeño aprendí que elaborar el vino llevaba su tiempo, y que contra ese tiempo no se podía luchar porque cada proceso tenía una duración. Por eso, siempre aprecié las cosas, los oficios, que necesitan tiempo. Y la literatura es uno de esos oficios. La literatura no deja de ser un proceso lento: requiere paciencia, necesita asiento, depuración, que sude, eliminar lo accesorio. Y solo así, al final, obtienes algo bueno”.

Al término de su intervención, que ha estado abierta a la participación del público y en la que algunos asistentes le han preguntado al autor sobre determinados aspectos de las novelas y del proceso creativo de las mismas, Villar ha firmado ejemplares a numerosos vecinos.

Por ir concluyendo: la de hoy ha sido una velada formidable con un autor que se ha despedido con una última intervención en la que, preguntado por sus próximos proyectos literarios y haciendo gala de ese modo de ser tan peculiar de los gallegos, no ha precisado si tardará mucho o poco en sacar su próxima novela, ya que, según ha explicado, sabe dónde le gustaría ambientarla pero todavía no sabe qué historia podrá escribir. En cualquier caso, tome la decisión que tome, si hay algo seguro es que a sus lectores, que se cuentan por miles (ha sido traducido a quince idiomas) les gustará saber de él más pronto que tarde. O, por lo menos, por acotar algo más esta afirmación, que no tengan que transcurrir otros diez años hasta que vuelva a publicar otro libro, que es lo que (aunque su porqué lo ha explicado de manera muy emotiva durante su exposición, narrando los factores personales y emocionales que le condicionaron) medió entre La playa de los ahogados (2009) y El último barco (2019).

En definitiva, una gran tarde con un autor tan simpático como cercano. Todo un lujo para los oídos para despedir, hasta el año que viene, la programación utebera de Aragón Negro.


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