BORJA | MANUEL GRACIA
Premios en el concurso de microrrelatos
El momento más esperado de este sábado 26, sin duda, era el de conocer los nombres de los ganadores de la IV edición del Concurso de Microrrelatos Aragón Negro-Ciudad de Borja y, por ello, la expectación alcanzó su más alto nivel cuando el concejal de Cultura, Alberto Lajusticia, hizo entrega de la plica correspondiente al presidente del Centro de Estudios Borjanos que procedió a dar a conocer los premios.
En la categoría de adultos, el Primer Premio fue otorgado a Carlos García Viñal, por su relato Los círculos del infierno, que fue leído por su padre D. Manuel García Cebrián. Ofrecemos, como primicia el texto del mismo:
LOS CÍRCULOS DEL INFIERNO
– Al reencontrarnos con ellos, nos damos cuenta de cuan idealizados hemos tenido a los héroes de nuestra juventud. ¿Verdad, maestro? El tiempo todo deforma.
– Lo mismo les sucede a los lugares. La Arcadia sólo es un recurso poético.
Dos figuras con contornos humanos se destacan, gracias al ardiente sol de agosto, sobre la negritud de un entorno desolador. Sus palabras, aún siendo susurradas, son fácilmente audibles entre el silencio sepulcral del lugar.
– ¿Quién causaría tanta destrucción? ¿Quién pulsaría el botón? Apenas quedan los restos de algún edificio. Ni los más altos, antiguos y orgullosos han resistido.
– Poco importa ahora que todo son cenizas. Aunque las pistas dejadas por el causante fueran como las del asesino de una mala trama de novela negra, sería imposible de descubrir. La pregunta más bien es, joven Adso, ¿por qué se concentraría tanto poder en aquella señorial Casa?
– Pero maestro, él no habrá sido ni nunca hubiera deseado esto.
– De ello estoy seguro. Supongo que la posibilidad de que tanta sabiduría almacenada fuera cruelmente empleada por otros, cegara mentes obtusas y causara reacciones impredecibles, fue un riesgo que merecía la pena correr.
Cada vez su presencia es más tenue. El sol corre a esconderse y todo apunta a que ellos se unirán al mismo juego.
– ¿Cómo era aquello de que somos enanos a hombros de…?
– Ahora ya igual da – le interrumpe Guillermo – creo que se acerca también nuestro fin.
Una ráfaga de viento acude al encuentro de ambas formas. Parecen fundirse en un abrazo y son barridas como si de dos figuras de arena en una playa de ceniza se trataran. Danzando arremolinadas, se elevan y chocan contra lo único que se conserva de la antigua ciudad: el Castillo de la Zuda.
El segundo premio fue concedido a Cristina Arias Marco por El extraño caso del Dr. Amante que fue leído, en su ausencia, por el presidente del Centro de Estudios Borjanos.
Ya en la categoría de menores de 18 años, volvió a obtener el Primer Premio Camino Domínguez Sobrino, que ya lo había alcanzado en la edición anterior. Este es su relato, titulado Ginebra:
GINEBRA
A Ginebra le gustaba fumar.
Lo hacía todo el rato, y de una manera cuanto menos insólita.
Cada madrugada, irrumpía en mi inocente sueñoy tergiversaba por completo el significado de esa palabra.
Fumar.
Inhalaba cada centímetro de mi piel deseosa de adentrarse en ella, poniéndome a su merced.
Era preciosa.
Su lencería de encaje negro tenía impregnado el olor a tabaco intenso.
Con el paso del tiempo, sus visitas nocturnas se convirtieron (como le ocurriría a cualquier añico de poeta como yo) en mi momento favorito del día. Durante las horas de luz apenas pensaba en otra cosa que sus delgados dedos deslizándose sobre mi pecho, en su lengua meciéndose sobre la mía.
Sin embargo, como es natural al ser despertado con la luz del día, Ginebra se esfumaba como el humo de sus cigarrillos.
Al principio, cuando me sorprendía en mi escritorio plasmando su esencia sobre el papel, trataba de repetirme “Carlos, es sólo un sueño. Madura y escribe sobre algo real.
Sin embargo, poco tardé en darme cuenta de que la poesía no entiende de realismo, sino de sentimientos, y de la profundidad de los mismos.
No conocía nada más profundo que Ginebra, así que dejé de ponerle límites a mi obra.
Así, de un simple sueño erótico nació mi poemario, que para grata sorpresa, logró bastante éxito.
Infinitas noches después de su publicación, estaba con mis amigos en el pub La Bolera de Borja, cuando un olor a intenso tabaco me envolvió de repente.
Divisé a una mujer, sosteniendo un cigarrillo y un ejemplar de mi poemario. Se me acercó al oído, y susurró:
“Me debes tu éxito.”
Por la mañana, lo único que amaneció en mi dormitorio fueron mis sesenta y siete kilos en ceniza.
Como la que desprende un cigarrillo cuando muere.
El Segundo Premio fue concedido a Amelia Gómez Oliveros por La Casa de las Conchas que también fue leído por nuestro presidente, dado que no se encontraba presente.
Cerró el acto Alberto Lajusticia, poniendo de manifiesto la consolidación del Festival en Borja, así como el éxito en cuanto a participación en el concurso de este año. Tuvo palabras de agradecimiento a todos los autores, al Centro de Estudios Borjanos por la edición de estos libros y a Jorge Andía por la gran calidad de sus ilustraciones que, de manera desinteresada, realiza cada año.
Con la firma de ejemplares por parte de Jorge Andía, que fue muy solicitado, finalizó este importante acto y el Festival, con el compromiso de volver a convocarlo al año próximo.