VILLANUEVA DE GÁLLEGO | CAMINO IVARS
El periodista de investigación visitaba la Universidad San Jorge el pasado 10 de febrero con el workshop ‘El reportero de sucesos, especie en peligro de extinción’ dirigido a los estudiantes de comunicación. Durante la cita habló no solo de sus más de tres décadas de experiencia profesional, sino que, además, ofreció al público asistente un paseo por la historia de esta rama del periodismo al tiempo que abordó algunos de los casos que han estremecido a la sociedad española en los últimos años.
Esta actividad protagonizada por el periodista que recibió el premio ‘El mejor de los nuestros’ en la Gala de Honor del FAN se convertía en el broche de oro de laVIII edición del Festival Aragón Negro. El autor de obras como ‘Cazaré al monstruo por ti’ (2019) o ‘El Solitario: El caso del criminal que mantuvo a España en vilo’ (2020) –escrito junto a Lorenzo Silva- comenzó su exposición realizando un paseo por la historia del periodismo de sucesos: “Hablamos de vidas rotas, de tragedias, de héroes y de antihéroes… de cuestiones que, al fin y al cabo, nos atraen desde siempre”.
Marlasca recordaba que la materia prima de cualquier periodista es la realidad: “El mal existe y asoma de vez en cuando. Alguien tiene que contarlo”. Desde la tragedia de Valdepeñas, pasando por los crímenes de Jarabo a la masacre de Puerto Hurraco. Esta última supuso un punto de inflexión a la hora de contar las noticias de sucesos. “Fue el último gran crimen rural de nuestra historia”, asegura el periodista.
El siguiente gran hito en este ámbito fue el crimen de las niñas de Alcásser. “El asesinato de Miriam, Toñi y Desiré fue un suceso sin parangón. Ricart y Anglés no tenían un motivo y aplicaron una violencia sin precedentes”, admite el periodista. Hoy, Marlasca asegura que ni la sociedad, ni las autoridades, ni los periodistas, estábamos preparados para unos hechos como los ocurridos ese 13 de noviembre de 1992.
El suceso como espectáculo
“Este crimen supuso el inicio del tratamiento del suceso como espectáculo. Algo que, para mí, no tiene que ver nada con el periodismo”, admite. Y una realidad que, desde entonces, se ha ido repitiendo con numerosos casos en distintos medios de comunicación. Ejemplos recientes mentados por el periodista fueron los crímenes de Marta del Castillo, Gabriel Cruz y Diana Quer.
“La información de sucesos habla de la fragilidad de cualquier vida, ya que cualquiera de nosotros puede romperse en tan solo un momento”, asevera. Por eso, el papel de un buen periodista consiste en transmitir lo que la otra persona siente, sin juzgarla: “La clave para hacer un buen trabajo es ir al lugar de los hechos, ver lo que ha ocurrido, oír lo que tienen que decir, comprobar la información y contarla”, resume.
Y es que, como explica Marlasca, un periodista no puede confundirse con un activista. “Yo no me hice periodista para salvar el mundo, me hice periodista para contar historias y eso es a lo que me dedico”, destaca. Y para ello, una buena formación y dotar de herramientas a los futuros profesionales de la información es básico. Otro dato de vital importancia es la necesidad de contar con buenas fuentes de información, las cuales, unidas a la profesionalidad, son imprescindibles para llevar a cabo un buen trabajo periodístico.
La importancia de cuidar a las fuentes
Estas fuentes pueden ser abiertas -la calle, agencias y otros medios-, semiabiertas -gabinetes de prensa o bases de datos- y cerradas. “Conseguir estas últimas puede llevar años y años de trabajo, son las más delicadas pues solo se la puedes jugar una vez”, asevera. Se trata de fuentes como policías, guardias civiles, fiscales o jueces. Personas que depositan su confianza en el periodista a cambio de que muestre honradez y responsabilidad.
“Muchas veces vales más por lo que callas que por lo que dices. Resulta evidente que no puedes echar por tierra una investigación de meses para sacar una exclusiva”, afirma Marlasca. También hablaba de la dificultad de conciliar en una profesión como la suya: “Los sucesos no entienden de horarios ni calendarios así que no hay conciliación posible”.
Pero, ¿por qué asegura que se trata de una profesión en peligro de extinción? Pues porque en la actualidad, los medios de comunicación “han sacrificado la calidad y la profesionalidad de sus plantillas en aras de recortar presupuestos”. Por supuesto, también hay una parte de autocrítica hacia los propios profesionales de la información: “Tenemos que poner el foco en donde ocurren las cosas en lugar de sobre nosotros mismos”.
Por eso, como siempre defiende Marlasca, la prensa local se ha convertido en el último bastión del periodismo real. “Es donde se mantiene esa forma de entender la profesión como nunca debió dejar de ser entendida”, concluye.