ZARAGOZA | JUAN MARI SAURAS

En un género tan enraizado en la realidad como lo es la literatura negra, lograr un acercamiento verosímil a la misma resulta esencial para atrapar al lector y convertir la trama en un pasaje transitable y sin fisuras. En los últimos tiempos se ha observado una tendencia creciente a situar como protagonistas a miembros de las Fuerzas y cuerpos de seguridad. En contraposición a la figura del detective clásico, un outsider que actúa al margen de los cauces legales, esta nueva corriente sitúa en primera línea el trabajo de la policía y el resto de cuerpos de protección y añade profusa información sobre los modos de trabajar de estas organizaciones, al menos en parte. Al mismo tiempo que se ha visto una mayor preocupación por abordar en sus argumentos problemas sociales de gran calado, también lo ha hecho por reivindicar la posición de los hombres y mujeres que luchan contra el crimen día tras día, así como el cuidado por los detalles en relación a sus dinámicas de actuación.

Para acercar esta dimensión del trabajo policial, tan popular y al mismo tiempo tan desconocida, el Festival Aragón Negro contó en el Teatro Principal de Zaragoza, con tres invitados de excepción que se explayaron ante casi un centenar de asistentes sobre los mecanismos de actuación y procedimientos de la ciencia forense: Salvador Baena, jefe de Sección del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Aragón (IMLA); Isabel Navarro, directora Técnica del Laboratorio Citogen y Pilar García, inspectora Jefe de la Policía Científica de Zaragoza.

Los tres ponentes explicaron de manera sucinta el orden de acontecimientos que sigue el proceso de investigación científica en la resolución de un crimen. A este respecto Baena destacó el trabajo en equipo que supone lidiar con una situación así, pues desde el momento en que el proceso comienza “siempre vas a estar acompañado” y cada una de las partes necesita a la otra para conducir el final a buen puerto. Tanto los forenses como la Policía Científica rastrean la escena del crimen y sus diferentes elementos para extraer las evidencias e indicios que posteriormente serán analizados en los laboratorios, consiguiendo de esa manera las pistas necesarias para hallar al culpable. Para lograrlo, es esencial poseer una buena preparación mental, pues “lo primero que ha de hacer un profesional es pensar” indicó el veterano forense.

“El criminal siempre dejará una huella, una tarjeta de visita”, afirmaban los ponentes, “y de ahí debemos establecer la conexión que nos llevará hasta el criminal”. Aunque a veces la llave para abrir este siniestro cofre del tesoro tarda tiempo en aparecer. Como ejemplo, los invitados expusieron los asesinatos de Eva Blanco, crimen que escandalizó a la sociedad hace más de 20 años, y el de la familia Romanov a manos de los bolcheviques. El asesino de Eva pudo ser detenido tras casi dos décadas gracias a los avances tecnológicos, que permitieron hallar nuevas pistas y de ese modo reorientar la investigación. Por otro lado, los restos de la antigua familia reinante de Rusia fueron identificados pese al tiempo transcurrido gracias a modernas técnicas que aclararon algunos puntos oscuros de la historia.

Paradójicamente, o tal vez no, la regulación legal ha caminado unos cuantos pasos por detrás de la ciencia, y en algunos casos ha dejado lagunas en los procedimientos judiciales. Así, Pilar García contaba cómo en España no es posible realizar una ficha genética de los sospechosos salvo en casos de crímenes graves, y siempre bajo previa aprobación del recluso (u orden judicial expresa de excepción). Por ello, las autoridades españolas trabajan con los cuerpos de seguridad de otras naciones europeas para intercambiar las informaciones disponibles sobre los sospechosos y poder identificarlos gracias a los datos genéticos recopilados por sus colegas continentales.

Pero también abordaron en lado más humano de su profesión, al referirse a la importancia de “satisfacer a los familiares y allegados” y librarlos de una angustia que, de otra manera, podría perseguirles de por vida.

Con esta charla, los profesionales encargados de dotar a las fuerzas de la ley del peso necesario para inclinar la balanza de la justicia a su favor reivindicaron el trabajo de la Policía Nacional (CNP) y la Guardia Civil, “de las mejores fuerzas del orden del mundo”, por el esfuerzo y dedicación que vuelcan en su trabajo y su gran número de aciertos. Y mostraron que el arsenal de la justicia es más poderoso que nunca, y es posible derrotar al mal. Si ellos pueden creerlo, nosotros también.

FOTOGRAFÍAS: FESTIVAL ARAGÓN NEGRO

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