Marta Robles presentó en la Torre DKV junto a Juan Bolea su novela La mala suerte

JUAN MARI SAURAS | ZARAGOZA

FOTOS: GUILLERMO LAFITA | DKV SEGUROS

La figura del detective forma parte del patrimonio universal de la literatura. No es extraño imaginarse a Marlowe jugando a las cartas junto al pícaro y al poeta suicida en una suerte de taberna más allá de la vida y las letras, mientras son servidos por la femme fatale que regenta el garito. Los investigadores privados, taciturnos supervivientes de la experiencia humana convertidos en ermitaños refugiados en su propio corazón (y el fondo de la botella muchas veces) son el santo y seña de la novela negra, su avatar consagrado. Y Marta Robles, que si algo ha demostrado a lo largo de su prolífica carrera profesional es que no le faltan ni carácter ni ambición, decidió presentar en sociedad a un nuevo miembro del club: el detective Toni Roures, protagonista de las novelas A menos de cinco centímetros y La mala suerte.

Roures no es un héroe glamuroso. No ha de serlo. Marta huye de personajes así. Por eso Roures es culto, aficionado a la música. Por eso se siente acosado por un pasado que parece acecharle constantemente. Por eso es adicto a la lealtad, como ella. Por ello sabe escuchar a las mujeres. Por eso es humano, por eso sangra.

La creación de su personaje también significó un desafío para Robles al suponer un cambio respecto a su obra anterior: “mis protagonistas siempre habían sido mujeres, y yo quería meterme en la piel de un hombre. Pero no podía ser un agente de la ley, como está tan de moda ahora. En las novelas negras clásicas las fuerzas del orden nunca eran los buenos, mostraban la corrupción de la sociedad. Y yo quería que fuese un detective clásico”. Una vuelta a los orígenes del género, como destaca Juan Bolea. Para el organizador del Festival Aragón Negro, “la serie creada por Marta Robles es clásica y actual. Mantiene muchos elementos del canon del género negro, y su protagonista es un modelo clásico pero adecuadamente actualizado”.

El esfuerzo por dotar de una verosimilitud y un soporte sólido a su narración cristaliza en unos personajes bien construidos a través de los cuales el lector puede respirar y sentir como ellos, sumergirse en las profundidades de su consciencia. “Quiero que los lectores sepan todo de los personajes. Creo que es fundamental para poder empatizar con ellos, o no”. Así, nos encontramos con personajes dulces, divertidos, tristes, vivarachos, y también terribles. Recipientes de los que desborda la maldad que, en circunstancia adecuadas, puede nacer en cualquiera de nosotros. “El ser humano, puesto al límite, puede sacar la alimaña que lleva dentro. Pero lo fascinante de todo esto son nuestros esfuerzos por entender al mal. Todos tratamos de explicarla porque es la única manera de sentirnos protegidos, tanto de quienes lo representan como de la propia maldad”. Roures, que también es un ex corresponsal de guerra, ha visto todo eso, y por ello no juzga. Contempla toda la gama de grises que interconecta las acciones de las personas, y desconfía de la posibilidad de extraer algo valioso de todo ello, pero no se yergue como juez de la sociedad. Estos elementos son los que permiten a Marta Robles ensamblar un personaje tan creíble y empático como es Toni Roures, pieza fundamental de su “importante contribución literaria a la novela negra española”, según afirmaba Juan Bolea: “estas dos novelas han impulsado el género español, caracterizado por elementos como su frescura, los escenarios mediterráneos y su compromiso social. Y en el caso de Marta, le ha servido para vehicular un talento literario enorme mediante el cual ha realizado una gran aportación a nuestras letras”.

Podría afirmarse que la obra de Marta Robles representa la evolución que el género ha experimentado a lo largo de su historia, desde los tiempos en los que se trataban de meras historias de asesinatos hasta ahora, cuando la problemática social constituye una seña de identidad del género: “las novelas negras no han estado bien consideradas durante mucho tiempo porque eran novelas enigma, meros juegos de adivinar quién era el malo, con muy pocas variaciones. Sota, caballo y rey. Pero el género ha evolucionado mucho. Conservando rasgos distintivos, pero habiendo trascendido los temas más tópicos. Ahora la novela negra es muy comprometida, al igual que yo, y eso me permite sentirme cómoda con ella. Con estas historias puedes apuntar a ciertos temas que deberían debatirse en sociedad. No deja de ser realismo social, pero con características de ritmo mucho más entretenidas”.

Ahora bien, nada de esto ha sido premeditado. Ella asegura que sólo plasma las historias cuando se encuentra con ellas. Tan fortuito fue que descubriese a su detective como que este haya acabado desarrollando su propia serie, con todo lo que eso implica. Una continuidad que intensifica la relación de los lectores con el protagonista. Un mayor amor por el personaje. Una mayor exigencia por parte de sus seguidores. Una mayor presión por estar a la altura. Más literatura. Más vida.

¿Podrá estar a la altura?

Sabemos que sí.

Porque Marta Robles es la mejor de los nuestros.

 

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