La cita ha contado con la visita de Juan Bolea, coordinador de Aragón Negro y autor de ‘Los viejos seductores siempre mienten’.

ZARAGOZA | CAMINO IVARS

Este viernes, 18 de enero, a las 19.00, el salón de actos del Ayuntamiento de Leciñena albergaba un nuevo acto del Festival Aragón Negro, en concreto el coloquio sobre ‘Orígenes e hitos de la Novela Policíaca’ y la presentación del libro ‘Los viejos seductores siempre mienten’, a cargo de Juan Bolea, autor y coordinador de la muestra.

El acto ha estado presidido por Gonzalo Gavín, alcalde de Leciñena, localidad que debutaba como una de las 20 sedes de la sexta edición del FAN. «Hemos preparado el programa con mucha ilusión y, sobre todo, con ganas por ofrecer a nuestro pueblo otro tipo de actividades culturales, con ánimo de que tengan continuidad en ediciones posteriores», afirma.

Por su parte, Bolea ha ofrecido al público asistente un interesante repaso por la historia de los detectives e investigadores más conocidos del mundo del cine y la novela negra, con nombres tan conocidos como Sherlock Holmes, Agatha Christie o Hércules Poirot –belga, no francés-.

Pero ¿cuál fue el primer detective de la historia de la literatura? «Se trata de Auguste Dupin, una creación del gran genio americano Edgar Allan Poe en 1840. A pesar de que nunca estuvo allí, lo hizo francés», aseguraba Bolea. Hasta aquel momento no había existido una figura que apoyase a la policía en la resolución de un caso criminal. «Su primera aparición es en la novela ‘Los crímenes de la calle Morgue’, considerado el primer relato policial de la historia», añade. Este personaje volvería a aparecer en ‘El misterio de Marie Rogêt’ y en ‘La carta robada’.

Este personaje, perteneciente a una clase acomodada y residente en una gran mansión, siempre va acompañado de su mayordomo, «al que Poe no le da un nombre», explica. «Como curiosidad, cuando llega a la escena del crimen nunca toca ni pregunta nada. Se limita a observar», continúa Bolea. No sería hasta 40 años después cuando aparecería el segundo gran detective de la historia de la novela de la mano del dramaturgo británico Arthut Conan Doil. «Fue en 1880 y, en esta ocasión, la historia la cuenta un tal Watson, un médico militar retirado que se topa con un estudiante de medina con el que comparte piso y gastos en el 221 de Baker Street», relata.

En este caso, Holmes sí que interviene en la escena del crimen, se hace pasar por otras personas, recoge pruebas: «Es lo que Watson denomina un monstruo de la inteligencia deductiva». En este momento, la novela negra era un éxito de ventas que podía encontrarse en cualquier quiosco y se vendía por entregas. En 1920 llegaría el primer detective reconocido en versión novela: el Hércules Poirot de Agatha Christie. «Al final, todos estos personajes no son más que una imitación de sus predecesores, aunque incluyen algún cambio», afirma Bolea.

Llegados a los años 40, un detective real pero retirado de las calles decide lanzarse al mundo de la novela negra de la mano de su personaje Sam Spade al que daría vida el mismísimo Humphrey Bogart -el hombre de la gabardina- en ‘El halcón francés’. «Se produce un salto a unas novelas más realistas y críticas con la sociedad», prosigue. Y en esta misma línea llegaría otro de los grandes autores del siglo XX, Truman Capote, con sus relatos sobre crímenes reales y su obra ‘A sangre fría’, como publicación emblema y un claro ejemplo del nuevo género narrativo que diluye los límites del periodismo y la literatura.

Por supuesto, España también cuenta con sus propios casos investigadores como Plinio, el personaje de Tomelloso (Ciudad Real), creado en 1960 por Francisco García Pavón; o el sargento Bevilacqua y su ayudante, la guardia Chamorro, que aparecen en la novela ‘El alquimista impaciente’, de Lorenzo Silva, entre otros.

Por su parte, el propio Bolea ha creado numerosos personajes como el de Martina de Santo, una subinspectora de la brigada de Homicidios de la Policía de Bolscan, una ciudad ficticia situada en el norte de España. «Mi heroína, una mujer armada, también intelectualmente y muy independiente, me ha dado mucho juego en las historias publicadas entre 2005 y 2015», resume el autor.

Sin embargo, en 2016 se cruzaría en su camino otro detective, Florián Falomir, mientras trabajaban juntos en un caso: «Destacaba por tratarse de un personaje humorístico que, para mi sorpresa, fue muy bien recibido por los lectores, por lo que escribí su propia historia: ‘Los viejos seductores siempre mienten'». Sin embargo, Bolea asegura que esto no eclipsa el verdadero centro de la novela: el enigma. «Mientras lees no te puedes despistar porque están pasando cosas, y ese fue el gran reto para mí mientras escribía esta obra», concluye.

FOTOS: FESTIVAL ARAGÓN NEGRO

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