Se trata del segundo acto de la localidad zaragozana que debuta este año como una de las sedes del Festival Aragón Negro.
LECIÑENA | CAMINO IVARS
“Siempre que un criminal visita la escena del crimen, se lleva algo, pero también lo deja. Y eso es lo que nosotros tenemos que encontrar”. Así, parafraseando a Locard, comenzaba el coloquio titulado ‘El forense y la investigación criminal’, protagonizado por el médico forense y Jefe de la Sección de Histopatología del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA), Paulino Querol, quien recordaba uno de los casos más bonitos en los que ha participado a lo largo de su carrera. “Estaba a punto de prescribir y los compañeros de homicidios nos pidieron que revisáramos las fotos. Encontramos un objeto de metal en el cuerpo de la víctima y averiguamos que se trata de un pasador de una moto antigua. Casualmente coincidía con las características de uno de los sospechosos”, recordaba.
Durante aproximadamente hora y media, el experto, que ha reunido a más de medio centenar de personas en el salón de actos del Ayuntamiento de Leciñena, ha desvelado algunos detalles fundamentales del trabajo de un médico forense, una profesión que requiere de grandes dosis de pasión. “Yo tenía claro que quería serlo desde 3º de carrera. Por lo general, todo el mundo te mira raro cuando quieres hacer ‘hablar a los muertos’”, bromeaba el experto. Para determinar algunos datos como la causa y data de la muerte, cuando se trata de una muerte violenta, existen numerosos paramentos a tener en cuenta.
“La autopsia es casi la parte menos importante del proceso. Nuestro trabajo empieza desde el propio lugar de los hechos”, advertía. Tras una simple inspección ocular del escenario del crimen, siempre y cuando la haga una mente preparada y adiestrada, se puede determinar si una muerte ha sido con premeditación y alevosía, si hubo ensañamiento o si se trató de un crimen pasional. Su trabajo, en definitiva, se basa en corroborar los testimonios de los sospechosos para evitar que engañen a la justicia. “En ciertos casos, se trata de evidencias que denotan la existencia de una carga especial de odio, y que pueden cambiar por completo el resultado. Es lo que llamamos modificadores penales”, continuaba.
“El novelista utiliza la imaginación para crear una historia y la ciencia forense para que parezca real. En cambio, el investigador forense utiliza la ciencia para estudiar la realidad y la imaginación para entender la historia”, continuaba, asegurando que, en su trabajo, todo es ciencia: “trabajamos con densidades de huesos o de metales, medimos ángulos… todo es matemática y ciencia pura, pero para unir los datos tenemos que usar la imaginación y la experiencia”, señalaba.
Otro punto fundamental de su labor es, sin duda, el trabajo en equipo; no solo dentro del propio laboratorio sino con el resto de equipos y unidades especialidades de las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado, así como los jueces y el resto de personas que intervienen en estos casos. El experto también ha profundizado en temas tan interesantes como el levantamiento del cadáver, los fenómenos cadavéricos o la temperatura, y como diversos factores ambientales pueden cambiarlo absolutamente todo en la escena de un crimen. “Trabajamos con testigos que se han quedado mudos que nos podrán dar respuestas siempre y cuando les hagamos las preguntas acertadas”, añadía el ponente.
Si bien es cierto que hoy utilizan aparatos y mecanismos que facilitan mucho su labor diaria, como los termómetros digitales, las cámaras térmicas o la luz forense ultravioleta, también lo es que la mayoría de los programas y series de televisión -como las famosas sagas de CSI- han provocado que exista una visión inexacta de lo que es la labor diaria de un médico forense: “Lo fundamental en nuestro trabajo es tener claro que urge no tener prisa, porque si tienes prisa, puedes equivocarte”.