ZARAGOZA | CAMINO IVARS

Como si de un episodio de CSI o la serie Bones se tratara, el pasado jueves, el salón de actos de Fnac plaza España, en Zaragoza, se convertía este jueves en una improvisada escena de un crimen de la mano de la charla coloquio sobre exhumaciones protagonizada por tres figuras de referencia en este ámbito como son Salvador Baena, antropólogo forense y médico del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Aragón, Pilar García Navazo, Inspectora de Policía Científica e Isabel Navarro, Directora Técnica de Laboratorios Citogen. El evento supuso un gran éxito de asistencia en el marco de la VII edición del FAN 2020.  

¿Qué ocurre cuando aparece un cuerpo en una escena criminal? ¿Cuál es el proceso con el que se trata de poner nombre y apellidos a la persona que ocasionó la muerte de otra? ¿Qué es una exhumación y en qué consiste? Estas y otras interesantes cuestiones fueron resueltas durante la intervención de los expertos. “Como norma general pensamos que las exhumaciones son poco habituales, sin embargo en las labores forenses y policiales son más habituales de lo que la gente cree”, explica Baena, quien, tras un breve repaso terminológico en el que explicó la diferencia entre la inhumación –o acción de enterrar a un cadáver- y la exhumación –que vendría a ser justamente lo contrario- adentró a un embelesado público en algunas cuestiones de antropología y estudio de las culturas. Y así, continuó desmontando falsas creencias.

“Creemos que la inhumación está vinculada al tema moral, religioso y litúrgico y nada más lejos de la realidad. Cuando nuestros ancestros vivían la muerte de un congénere y veían la posibilidad de que fuese devorado por las alimañas, surgía ese sentimiento de conservar y cuidar el cadáver y  así evitar su exposición factores ambientales”, asevera el médico forense. Con los años, prosigue, la cultura h añadido nuevas formas de actuar con los cadáveres como la incineración.  

Por supuesto, no faltaron ejemplos no solo de casos reales e incluso producidos en Aragón en los últimos años, sino de aquellos que quedaron grabados en la retina de muchos y que han pasado a formar parte del ideario colectivo: entre ellos, el asesinato de John F. Kennedy, el funeral de Franco, el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza o el accidente del YAK 42. “En este tipo de casos capaces de despertar sentimientos comunes en la ciudadanía, las labores de investigación son fundamentales y han de ser rigurosas y responder a un trabajo en equipo de diferentes departamentos”, afirma.

Pero, ¿en qué casos puede llevarse a cabo una exhumación? Como explicaron los protagonistas de esta charla, en muchos más de los que la ciudadanía cree: No solo en todo tipo de procedimientos penales sino también en cuestiones de herencias y sucesiones, reclamaciones de paternidad, genocidios –delitos que, por cierto, nunca prescriben- o en caso de producirse un descubrimiento arqueológico.

Uno de los casos rescatados por Baena y que despertaron la sorpresa del público asistente fue el del derrumbamiento de la Manzana 24 del cementerio de Torrero allá por el año 2009. “Fueron más de 1.200 nichos correspondientes con los restos de más de 2.000 personas. Un trabajo que sin duda, jamás podremos olvidar”, añade.

En cuanto al contexto que rodea estos casos, sobre todo a aquellos que requieren de una investigación y un trabajo policial, Baena recordaba que “lo que más urge en estos casos es no tener prisa”. “Si tenemos prisa la cagaremos. El criminal ha dejado su tarjeta de visita y tenemos que encontrarla incluso cuando nos lo pone difícil”, asevera. Es decir, en esta primera fase, el equipo forense es aquel que se hace cargo de los restos biológicos de la escena del crimen, mientras que la Policía Científica ha de centrarse en la búsqueda de indicios y pruebas que puedan favorecer la investigación criminal.

“Nuestro deber, aparte de este, es velar por la cadena de custodia”, afirma la inspectora García, jefa de la Brigada de Policía Científica de la Policía Nacional. Además, se encargan de la recogida de muestras dubitadas e indubitadas –es decir, de la propia víctima y de sus familiares, para llevar a cabo las comparaciones de ADN en caso de que sea necesario-. “Otro de nuestros papeles fundamentales es el registro de datos ante mortem, información que nos ayude a completar el perfil de la víctima”, explica.

El trabajo habitual de este equipo se basa en la realización de inspecciones oculares de lugares donde se han producido hechos delictivos así como la reseña de los detenidos, estudios de balística, trazas y rodaduras, análisis de falsedad documental y grafológicos así como todo tipo de pericias informáticas. En definitiva: “Buscamos todo tipo de pruebas que puedan incriminar a los autores de los supuestos delitos”.

Pero, ¿cuál es su trabajo en el caso de las exhumaciones? Puede ser de varios tipos dependiendo de cómo se ha producido el hallazgo. “Puede darse de manera fortuita o accidental, o tras una investigación policial o una denuncia. En casa caso debemos reunir información detallada sobre la víctima y rellenaremos la ficha antemortem”, añade. Esto es, un documento testimonial de aquellas personas, familiares o no, que conocieron o vieron por última vez a la persona en cuestión.

Sin embargo, en muchos casos la identidad de la víctima no será tan clara o, simplemente, habrá que ir tras el rastro de la persona culpable. Ahí es donde entran en juego las famosas pruebas de ADN y la labor de los equipos como los que forman parte del laboratorio especializado en Genética Clínica y Forense Citogen.

“A diferencia de mis compañeros, nosotros no acudimos a la escena del crimen sino que recibimos las muestras directamente en el laboratorio donde trabajamos sobre ellas”, explica Navarro, directora técnica del que fue el primer laboratorio privado de España especializado en Genética Humana y el cual cuenta con tecnologías de lo más novedosas únicas en Europa.

En su caso, la investigadora hizo un repaso en torno a varios conceptos de interés como la famosa Cadena de custodia de las pruebas, el registro de muestras y la gestión de las mismas una vez llegadas al laboratorio o la importancia de llevar un equipo de protección adecuado: “A la hora de realizar nuestro trabajo tenemos que tener sumo cuidado de no perturbar las muestras, de hecho, cada uno de nosotros tiene hecho un perfil genético para evitar cualquier error de contaminación”.  

Navarro se adentró en el apasionante y novedoso mundo de la extracción de ADN de piezas dentales y todo tipo de huesos. Algo que, para la mayoría, sonaba a “cosas de película”, al tiempo que explicó cuáles a la forma de analizar el ADN en las personas y de realizar las comparativas para determinar la conexión entre dos individuos. “Realmente es una tarea complicada, ya que el ADN entre una persona y otra difiere un 0,2 %”, advertía. Sin embargo, los resultados de este tipo de estudios suelen ser totalmente concluyentes ya que el margen de error es prácticamente inexistente.

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