ZARAGOZA | INÉS ESCARIO

¿Cómo debe tratarse la escena de un crimen? ¿Qué puede aportarnos el ADN? ¿Dónde encuentran los investigadores sus principales pruebas?

El hall del Teatro Principal de Zaragoza se convirtió este martes en una escuela de investigación forense gracias a dos figuras clave en la resolución de crímenes: el médico forense Salvador Baena y la genetista y directora del laboratorio Citogen, Isabel Navarro.

Como indicó el director del FAN, el escritor y periodista Juan Bolea, esta vez no se trataba de ficción, sino de realidad: “Nos van a invitar a ver el fenómeno criminal y la lucha contra el delito desde otro punto de vista”.

Un punto de vista divulgador que atrajo a decenas de curiosos y profesionales -dentro del aforo reducido de la sala por las restricciones de la pandemia- hasta la charla ‘El crimen y la historia frente a la medicina y la genética forense’.

El coloquio fue moderado por Ignacio Navarro, quien fue guiando a los asistentes por las diferentes escenas del crimen detalladas por Baena y Navarro. Sobre la mesa de estudio, tres grandes retos: la recreación de un caso real, los crímenes del asesino en serie estadounidense Samuel Little y la exhumación de Copérnico.

Resolviendo un caso real de película

Los profesionales comenzaron planteando un caso real al más puro estilo CSI sobre la desaparición, que posteriormente se confirmó como asesinato, de una anciana. En este caso, desgranaron paso a paso un crimen que parecía sacado de un guion de cine, en el que al final el ADN no fue el determinante, sino la reconstrucción de los hechos y las manchas de sangre de la víctima.

En palabras de Baena, “las manchas de sangre dijeron quién era el asesino, cómo lo hizo y determinaron que no fue un accidente, sino un asesinato”.

Aunque en muchos casos, es el trabajo en el laboratorio el que resulta crucial. Tal y como explicó Navarro, “cuando tenemos los perfiles de todas las muestras hay que encajarlos como un puzle”. La bióloga recordó que una vez que se consigue el ADN, no se identifica a la persona a la que pertenece directamente, sino que es necesario compararlo, y es allí donde entran en juego las bases de datos.

Y los científicos no solo encuentran el ADN en la sangre, sino que, como indicó la bióloga, “una colilla puede dar tanta información como una mancha de sangre” y se puede tener un perfil genético completo.

El caso de Samuel Little: uno de los mayores asesinos en serie de EE.UU.

Dentro del capítulo de los asesinos en serie, se estudió el caso de Samuel Little, quien llegó a confesar 93 homicidios. Como desveló el forense, Samuel Little recordaba con excesiva minuciosidad todos los detalles sobre sus víctimas incluso 30 años después de cometer el crimen. ¿La razón? Cada uno de sus crímenes era una “excitación criminal”.

El asesino en serie no fue detenido hasta décadas después de empezar a asesinar, en el 2021, cuando se le tomó el ADN por un delito menor. Cruzando los datos, la Policía descubrió que su mismo ADN se encontraba en esas víctimas de los 80 y de los 90.

“Lo que más urge de todo es no tener prisa”

Al concluir el coloquio, los asistentes tuvieron unos minutos para plantear a los profesionales todas sus dudas. “¿Qué opina el forense de las series?”, preguntaron desde el público. Y la respuesta fue muy clara por parte de Baena: “En 40 minutos resuelven crímenes que nosotros tardamos décadas en resolver: esto hace que la sociedad demande una rapidez que no podemos tener”. Así que, para él, “en estos casos lo que más urge de todo es no tener prisa” porque, entonces, existe una presión que no tienen por qué soportar

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