ZARAGOZA | JUAN MARI SAURAS

¿Qué es un héroe? O, más importan aún, ¿qué hace al héroe? ¿Cómo definimos lo heroico? ¿Es un trabajo a tiempo completo? ¿La épica de la heroicidad depende de un solo instante de todo o nada? ¿Acaso el significado de los héroes ha permanecido inmutable, o ha cambiado al tiempo que lo ha hecho es la sociedad? ¿Quién es un héroe a día de hoy?

Probablemente, sea hazaña casi imposible cuadrar dos mismas respuestas a interrogantes como los que planteamos aquí. Describir la naturaleza de los héroes y el relato que conforman supone retratar una visión íntima y personal del mundo, del que aquellos que trascienden lo cotidiano devienen, paradójicamente, en la expresión máxima del mismo. Los héroes a menudo encarnan los sueños, anhelos y esperanzas de la sociedad, en una suerte de utopía a conquistar. Pues soñar significa trascender los límites impuestos por la realidad, igual que ser un héroe supone alzarse por encima de los demás y acercarse al panteón sagrado, receptor de las oraciones cándidas de quienes confían sus lágrimas y alegrías a la plácida tranquilidad de una voluntad superior. Creamos héroes porque son una promesa, igual que lo han sido las religiones, de que al espíritu humano le espera algo mejor.

¿Significa eso que los héroes han de ser áureos avatares de perfección? ¿O acaso la naturaleza trascendente de su misión puede ser cumplida por la persona de a pie? ¿Cómo explicamos si no la fascinación que ejercen los personajes turbios y oscuros, llenos de defectos y sombras, demasiado humanos para ser considerados incluso modelos de conducta? ¿Dónde quedan, pues, los llamados antihéroes?

El género negro, como vanguardia en la exploración de los límites entre el bien y el mal, ha intentado contestar a estas preguntas a través de numerosas obras. Y una de ellas, la aclamada Chinatown de RomanPolanski, se incorporó a la agenda del Festival Negro de Aragón de la mano del Cinefórum de la Fundación CAI para profundizar en la naturaleza del héroe y lo que nos acerca y aleja de ellos.

En esta película, perfecta representación de la más pura esencia del noir y “una de las últimas películas del Hollywood clásico”, según Ignacio Estaregui, organizador de la actividad, seguimos las andanzas del detective Gittes (interpretado por Jack Nicholson) a través de una historia que esconde mucho más de lo aparenta a simple vista. En este sentido, el aclamado cineasta destaca el acierto de Polanski al situar al espectador como un trasunto del protagonista: “aquí, el público se va enterando de todo al mismo tiempo que Gittes. El personaje de Jack aparece en todas las escenas, así como los elementos para desentrañar el misterio. Es una apuesta total por un único punto de vista”.

Acompañado por Olga Julián, directora del Servicio Cultural de la Fundación CAI, Estaregui explicó la elección este film por su “maravilloso y complejo guión. Es de esas pelis que, cada vez que las ves, descubres algo nuevo. Y eso es muy difícil. Hay muchas películas que noresisten un segundo visionado. Aquí, sin embargo, cuando ya conoces la trama la disfrutas aún más. Es una película impecable.”. Algo a lo que también ayuda la magnífica interpretación de Jack Nicholson, que se aleja de sus tics más excéntricos para construir un personaje de características sobrias y pintado a partir de una paleta de grises.

El retrato de Gittes se ve acompañado por la atmósfera opresiva que domina la película, con un Polanski en estado de gracia que supo jugar de manera magistral con los tiempos para mantener al espectador en un estado de tensión constante. A ello contribuye también la magnífica banda sonora creada por Jerry Goldsmith, que ha pasado a la posteridad como la encarnación definitiva del noir en sus nocturnales acordes de melancólico jazz. Todos estos elementos se confabulan para crear una historia de intriga que recoge la mejor tradición del género negro para rendirle un sentido homenaje que mereció los decididos elogios de los asistentes al acto. Tanto quienes ya conocían la película como aquellos que la veían por primera vez coincidieron en alabar el film como una obra maestra.

El acierto de Chinatown es ofrecer una historia compleja narrada a través de personajes igualmente profundos, que resisten la mirada del espectador incólumes sin doblegarse ni un ápice. Tal vez por ello es imposible pedirle a esta película respuestas sobre la condición de los héroes, pues lo cierto es que estos no emergen del destino sino de las circunstancias. Es el modo de enfrentar cada batalla, cada nuevo desafío, lo que determinará quiénes somos.

Si aun así buscáis respuestas, olvidadlo. Esto es Chinatown.

FOTOS: FESTIVAL ARAGÓN NEGRO

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